Lucas, Teofilo soy yo

German Muñoz

Además, por alguna razón, yo suponía que los cuatro evangelistas habían sido sus apóstoles. Nunca se me ocurrió que pudieran ser escritores que jamás vieron a Jesús. Sobre todo porque hablaban de Él como si lo tuvieran enfrente. Se debía entender que convivieron con él. 

Así que fue una sorpresa cuando leí por primera vez, que se suponía que los Evangelios fueron escritos cuarenta años después de la Crucifixión. Eso es demasiado tiempo para recordar detalles. 

Entonces me vinieron después más preguntas: ¿Quién escribió los Evangelios, y qué autoridad tenían para hacerlo? 

Es decir, ¿Sabían lo que estaban escribiendo, o sólo escribían sobre algo que les causó curiosidad? 

Y aquí comienza el problema: cada escritor cae en su propia trampa, porque es difícil ser objetivo. De hecho considero que ser objetivo, es sólo una ilusión. Aún sin comenzar la investigación, uno ‘desea’ o ‘presupone’ el final y sin darse cuenta hacia allá ‘lo lanzarán’ sus hallazgos. 

Y por eso es que quiero descubrir lo que nos dejaron los evangelistas. Sólo que fueron muchos. Quiero decir que cuatro son demasiados para estudiar. Eso sin contar que debieron haber sido cientos de ellos, ya echados al olvido. Los cuatro reconocidos son muchos si los tomamos al tiempo. Uno es suficiente para empezar. Vamos a analizar lo que dejó escrito Lucas. 

Nada vamos a suponer, no sabemos nada. Solamente tenemos la información que Lucas nos dé, y la que él ya nos dió aún sin empezar. Vamos a analizar lo que escribió Lucas y descubrir al Jesús que él veneró. ¿A dónde nos llevará este análisis? No lo sabemos, porque no sabemos nada. Esa es la premisa original. No sabemos nada y solamente iremos conociendo la historia por boca del mismo Lucas. Será él, el evangelista, que nos dé los detalles de todo lo que va a pasar. No sabemos nada. A partir de este momento iremos conociendo los detalles, los obvios y los otros. 

Sobre todo los otros.

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