Lucas, Teofilo soy yo

German Muñoz

3 Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre.

Impactante. En este momento debería estar gritando ya que el ruido de la brisa y el movimiento del agua son suficientes para ahogar la voz. Pero… ¿Por qué subirse a la barca? Esto pone una barrera entre la gente que escucha y el que hace el discurso. Debe haber alguna razón que no podemos ver con claridad.

4 Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.»

Puedo estar equivocado pero no le veo pinta de pescador a Jesús, así que Simón, que es un personaje nuevo en nuestra historia, se debe sentir poco menos que contrariado de seguir su consejo.

Pero Simón no se podía oponer ya que este Jesús que él tenía en su barca, había curado la enfermedad de la suegra, que al verse alentadita, se dedicó a atenderlos.

5 Simón le respondió: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.»

Es que aunque uno quiera hacer milagros, la gente lo pone a uno de mal genio. Recuerden que por menos de eso, Zacarías se quedó mudo. Aquí Simón va a echar las redes, no porque crea en él, sino para comprobarle que está equivocado, después de todo, el pescador es Simón y no Jesús.

Pero merecía haberse quedado mudo, se salvó porque Gabriel no estaba cerca.