Jesús aquí nos la pone clara. El reino del Satanás está dividido. Así debe ser. Y las pruebas se pueden ver cada día y es muy fácil de detectar.
¿Han visto cómo es la vida de una persona que engaña? Por un tiempo algo le funciona, pero… ¿le funciona siempre?, ¿Termina bien?
Y no sólo eso, sino ahora imagínense ¿qué tipo de personas atrae un engañador? Aunque atraiga dulces ovejas a su vida, siempre esas dulces ovejas serán las que lo entreguen para poder liberarse de su mal.
Tienen el reino dividido y solo es cuestión de tiempo para que se vean sus resultados. Los que adoran a Beelzebul ni siquiera tienen el privilegio de saber quiénes son los miembros de su equipo. Por eso nunca estarán seguros. Por eso nunca sabrán porque Jesús hace lo que hace.
Y yo meti al satanás ahí, porqué me imagino que son de la misma pandilla.
19. Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces.
Nuestros hijos siempre serán los que demuestren la clase de persona que fuimos. No nos podemos escapar de esa justicia. Y lo peor es que si nosotros somos adoradores del Beelzebul, nuestros hijos están condenados a servirle de la misma manera. Los hemos condenado. Y si ellos se escapan de esa trampa, lo harán siendo nuestros jueces implacables.
Y el énfasis es en: “sí se escapan…” porque a estás horas, ustedes ya han detectado, que sus hijos tienen las mismas creencias que ustedes mismos. Y lo que es más escondido, ustedes agarraron las mismas creencias que sus padres. Y a veces, pareciera que las creencias son opuestas a nuestros viejos, pero no es así. Aunque yo sea un sacerdote y mí hijo sea un ateo, los dos estamos creyendo y defendiendo lo mismo. Eso sin contar con el pequeño detalle de cómo es que yo siendo un sacerdote, tengo un hijo, pero eso sería material para otro libro.
20al 22. Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios. Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro; pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y reparte sus despojos.
Jesús obviamente sabe su objetivo y aquí nos lo deja saber. Además nos dice algo más: el Satanás es fuerte y está bien armado. Pero no hay problema con eso, porque Jesús aquí nos enseña que nosotros somos más fuertes que él.
¿No son esas buenas noticias?